Vidas ejemplares
¿Casado? Es lo que hay
No tiene mucho sentido cuestionarlo cuando por primera vez tiene opciones
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Iniciar sesiónHay algo que une a los fieros antagonistas Pablo Casado, de 40 años, y Pedro Sánchez, de 49. Ambos han rubricado la difícil gesta de firmar los peores resultados de la historia de sus partidos. Sánchez por dos veces, pues en 2016 logró empeorar su ... récord negativo de 2015. El batacazo de Casado en abril de 2019 fue épico: se dejó 71 diputados y el PP bajó de 8 millones de votos a 4,3. Los pinchazos de ambos se debieron en gran medida a la irrupción de aquella quimera que se dio en llamar Nueva Política, que al final solo sembraría cantamañanismo e inestabilidad. Podemos mordió el flanco izquierdo del PSOE y Ciudadanos y Vox, los dos costados del PP, que se quedó hecho un cromo. Pero Sánchez y Casado se han beneficiado de que a diferencia de lo que ocurre en las democracias anglosajonas, donde quien pincha se va a su casa, aquí si controlas el partido puedes apalancarte y repetir aun siendo goleado (Rajoy también llegó al poder tras perder dos elecciones).
Pablo, palentino de 40 años, de educación católica, casado y padre de dos hijos, es licenciado en Derecho y ADE. No ha trabajado en empresa privada. Como tantos políticos de hoy, a los 26 años ya era diputado autonómico y a los 30 se sentaba en el Congreso. Sus principales virtudes son una cabeza ágil y una gran facilidad de palabra (elocuencia incluso excesiva, pues a veces se dispersa); su capacidad de trabajo (está en todas partes); no tener muertos en el armario de la corrupción; y el hecho relevante de que según quienes lo conocen es buena persona. Sus primeras elecciones le llegaron demasiado pronto. Se despeñó. En las siguientes, seis meses más tarde, subió de 66 diputados a 89. Pero aun así pervivía el debate sobre si era el líder adecuado para llevar al PP a la tierra prometida de La Moncloa. Paradójicamente lo afianzó Sánchez con el error táctico de su fallida operación con Cs Tras aquella chapuza llegó el triunfo de Ayuso en Madrid, que de rebote, según confirma la encuesta que hoy publica ABC, ha revitalizado a Casado.
Todavía hoy se comenta que Ayuso, Almeida -o incluso Feijóo, aunque dejó pasar su tren- lograrían mejores resultados frente a Sánchez. Puede ser. Pero la derecha española se equivocará si se entretiene en cuestionar a Casado precisamente ahora, cuando por primera vez tiene opciones reales (la suma con Vox comienza a dar mayoría). ¿Que no tiene carisma? ¿Que su línea estratégica es voluble? ¿Que le falta algo? El Aznar opositor era caricaturizado como una especie de Charlotín sin empaque para la Presidencia; a Boris Johnson lo veían como un bufón; en Moreno Bonilla no creían ni en el PP; Sánchez era un concejal de Madrid que hacía bolos en tertulias menores… El carisma lo da el poder. Casado ha logrado algo clave: el control férreo del partido, pues con gallineros internos jamás se gana. Si su entorno mediático mejora un poco, pues Sánchez sigue gozando de la palanca de las televisiones; si se centra más en la economía, que será el tema; y si cierra su mensaje mejor (véanse los brillantes logos que le escribe Miguel Ángel Rodríguez a Ayuso), podría ser el próximo presidente. No es la hora de ponerlo verde.
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