Suscribete a
ABC Premium

Es la leche

El Gobierno no deja de hacer llamamientos a la tranquilidad pero la tranquilidad no ha dejado de decrecer ni un solo día

Luis Herrero

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El otro día fui al supermercado que hay al lado de mi trabajo. Les había prometido a mis hijos que haría una paella canónica para celebrar el día del padre y me faltaban algunos ingredientes básicos. Encontré de todo menos pimiento verde. A pesar de ... que era casi la hora de cerrar no tuve la sensación de que los estantes estuvieran demasiado vacíos. Aún no había calado el temor al desabastecimiento. Al doblar el último el pasillo vi a una pareja de personas mayores, aparentemente octogenarios de pleno derecho, que arrastraban un palé de bricks de leche como si fuera el hatillo de un equipaje de supervivencia. La escena me recordó a otras que sucedieron al inicio de la pandemia. Yo mismo me recuerdo transportando en esa época un gran cargamento de papel higiénico ante la mirada atónita, y a veces recelosa, de mis propios vecinos. No fui el único que hizo algo parecido. Luego leí que las ventas de ese artículo tan codiciado se habían incrementado exponencialmente durante los primeros días del confinamiento. Nunca he sabido por qué. Se lo he preguntado después a muchos psicólogos y ninguno me ha sabido explicar el motivo. Mi teoría es que los seres humanos estamos programados para defender nuestra dignidad por encima de todo. Me dijo un juez amigo, hace muchos años, que la víctima de un largo secuestro le confesó que lo peor de su cautiverio había sido el hecho humillante de no tener nada con que limpiarse después de hacer sus necesidades.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia