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Leonardo coleccionable

El placer del coleccionista #se cifra en una sentencia: es mío, es el más caro, es único

Gabriel Albiac

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Hubo el coleccionista, antes de haber el museo. Y, cuando los revolucionarios de 1793 decretaron alzar un monumento a lo intemporal humano, no dispusieron más que de la amalgama de cachivaches y curiosidades de un ilustre coleccionista: el rey de Francia . Y las ... colecciones reales fueron consagradas templo laico: Museo del Louvre . Y, al caos placentero de quien amontonaba sin jerarquizar un Tiziano con una caracola irisada, un Apolo ateniense con la reliquia de un feto de dos cabezas, sucedió la catalogación sabia que Condorcet pedía. Sólo para lo más sagrado había lugar allí, sólo para los frutos sublimes de la inteligencia. Mas, por debajo del museo, sobrevivió el coleccionista, ese adorador de sus solos deseos. Hasta nosotros.

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