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Legítima defensa

Puigdemont no será «president». Hasta los suyos lo dan ya por muerto. Pero hemos rozado el desastre

Isabel San Sebastián

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España ha ejercitado un derecho que la Ley de cualquier país reconoce a toda persona amenazada: la legítima defensa . En este caso el sujeto de derecho no era un individuo, sino la nación , atacada en su mismo ser por el ... secesionismo catalán encarnado en Carles Puigdemont . La respuesta que ha dado a esa agresión el Estado, obligado a proteger la integridad nacional, ha sido necesaria, justa, proporcional, impecablemente democrática e incuestionable desde el punto de vista jurídico. En esta ocasión el Gobierno ha estado a la altura de su responsabilidad y el Tribunal Constitucional ha demostrado pericia en el desempeño de sus funciones. Ahora falta que se mantenga esta línea de actuación firme, porque el abismo al que nos asomamos el sábado, antes de saber si los jueces evitarían o no el ridículo monumental de ver a un presunto delincuente huido siendo elevado a la Presidencia de la Generalitat a distancia, mediante voto telemático o alguna otra triquiñuela, fue la consecuencia de una larga serie de errores debidos a la cobardía más que a la debilidad.

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