Suscribete a
ABC Premium

Tribuna abierta

Lecciones republicanas para Cataluña

«Sorprende que se hayan esgrimido habitualmente las bondades de la Segunda República para desacreditar el gran éxito colectivo de nuestra Transición»

Sara Rojo

Por Álvaro de Diego

«Yo recuerdo que estaba viajando por Europa cuando contra España se habían desencadenado todas las malas pasiones, cuando toda Europa se desataba en injurias contra España: en aquellos momentos sentía que aquellas injurias se desataban contra mi Cataluña, contra Aragón, contra Valencia y contra ... todas las regiones de España, unidas ante un solo insulto: y yo me sentí herido por aquellas injurias como cualquier hijo de otra región española». Estas palabras, recuperadas por Pabón, las pronunció Francesc Cambó . No se trataba, desde luego, del horrorizado líder de la Lliga que enfilaba el camino del exilio en el verano del 36. No era aquel que, ante la explosión revolucionaria con que los defensores de la autonomía amparaban la persecución religiosa, advertía un descarnado pleito entre «barbarie y civilización» y prestaba su -matizada y breve- adhesión a la causa franquista. El Cambó que había sufrido, desde su irrevocable sensibilidad catalana, el agravio contra España era otro: el airado con la protesta internacional que al grito de «¡Maura no!» se había cobrado la cabeza del político conservador en 1909. De hecho, el mecenas catalán se integraría en 1921 en el gabinete de concentración del recuperado político alfonsino como ministro de Hacienda. Antes lo había sido de Fomento.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia