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La Tercera del director

El espejo de Don Juan

Conviene que el encuentro con Felipe VI contribuya a reparar los daños emocionales y sobre todo a fijar una relación confortable donde ha de primar la obediencia al jefe de la familia, o sea al Rey. Con disciplina y generosidad del padre hacia el hijo

Julián Quirós

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La mañana del 16 de julio de 1969 Don Juan tiene 56 años, lleva toda la vida sosteniendo la causa monárquica en precario, vive exiliado en Estoril y ese día se siente un hombre completamente vencido, el león se ha cansado. Ya parece definitivo; ha ... perdido su pelea con Franco, la dictadura militar arruinó su reputación, en el mejor de los casos es un desconocido para los españoles y además su hijo Juanito (poco tiempo después, Juan Carlos I) le ha traicionado. Eso es lo que siente en su despacho de 16 metros cuadrados mientras Luis María Anson usa un cortaplumas de hueso para cortar los lacres de la carta de El Pardo que ha llegado pocas horas antes a Villa Giralda. La misiva, encabezada con un insultante «mi querido infante», informa de que el hijo de Don Juan será designado de inmediato sucesor del Generalísimo, quien le previene contra «el consejo de aquellos seguidores que ven defraudadas sus ambiciones» y le pide que la decisión no altere «los lazos familiares de vuestro hogar». La Familia Real vivía sus horas más bajas. Unas semanas antes el heredero de Alfonso XIII advirtió a su hijo de que no le había mandado a Madrid para que le suplantara y alterara el orden dinástico. Pese al total abatimiento de las bases monárquicas ante el atropello cometido contra su Rey natural, Torcuato Luca de Tena publica en ABC un largo editorial (‘Con la sangre de nuestros reyes’) que viene a aceptar la voluntad del Caudillo. Don Juan, por su parte, firma la disolución de su Secretariado Político y de su Consejo Privado y comunica a los suyos la conveniencia (nunca ejecutada) de trasladar su residencia a Canadá para no causar problemas al sucesor: «Si continúo aquí la gente seguirá viniendo a verme y cualquier cosa que yo diga será mal interpretada, le haría daño a mi hijo aunque no quisiera».

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