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JUBILACIÓN

LAS salvajadas más repugnantes son las que se cometen en nuestro nombre, y por eso espero sinceramente que los sádicos de Abu Ghraib terminen, como poco, en las jaulas de Guantánamo. Pero me habría tranquilizado advertir una indignación semejante a la hoy despertada en la ... prensa del buen corazón cuando se conocieron las imágenes de la decapitación, grabada morosamente en video, del periodista americano Daniel Pearl o las del simulacro de degollina de los rehenes japoneses por sus secuestradores iraquíes. Al parecer, nuestros multiculturalistas consideran tan loable el pudor varonil islámico como la tendencia, también islámica, a tratar a los infieles como los cristianos tratan a los cerdos por San Martín. No capto la sutileza antropológica del asunto, y eso me inquieta.

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