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El ángulo oscuro

Virulentos y coronados

La muerte la afronta con naturalidad sólo quien se ha preparado para recibirla

Juan Manuel de Prada

Existe, por un lado, la desesperación angustiada y virulenta del hombre que, después de matar (imaginariamente) a Dios, se rebela desgarradamente contra las calamidades que asedian su vida desalmada y se revuelve frenético, lanzando de vez en cuando blasfemias que suenan como ladridos desamparados. Y ... existe, por otro lado, una desesperación tranquila y chill out, la desesperación coronada de buenrollismo, con la que se trata de camelar a las masas cretinizadas, manteniéndolas entretenidas con todo tipo de bazofias inanes, desde diversiones plebeyas hasta morfinas que acallen los dolores físicos y espirituales, desde derechos de bragueta que conviertan los genitales en mecanos reconvertibles (¡y con perspectiva de género, oiga!) hasta bisturíes que borren las arrugas y los michelines. De este modo, se logra que la desesperación de las masas cretinizadas viva cómodamente en una habitación climatizada y con hilo musical.

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