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El ángulo oscuro

Escuela desconcertada

La escuela católica muere. Su calculada destrucción se inició hace ya cuarenta años

Juan Manuel de Prada

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La «ley Celáa» pretende reducir considerablemente las plazas en los colegios concertados; o sea, lograr mediante una progresiva asfixia económica la consunción de la escuela católica, que -en lo que aún tenga de católica- es la que la ideología sistémica considera peligrosa (pues al fondo ... de toda esta operación resplandece el azufroso odium fidei). Pero la escuela católica muere «por do más pecado había». Pues su calculada destrucción se inició hace ya cuarenta años, mediante la imposición de un régimen de conciertos, que fue la modalidad de soborno empleada para desvirtuarla. Gramsci nos enseña que, para alcanzar la hegemonía cultural, conviene primeramente debilitar las corrientes culturales adversas, para después imponerse sobre ellas. La escuela católica, hace cuarenta años, era todavía una fortaleza inexpugnable que no podía ser demolida de la noche a la mañana; pues, aunque ya muy debilitada, todavía subsistía una Iglesia con presencia actuante sobre las conciencias y sobre las instituciones sociales. Así, siguiendo el manual de instrucciones gramscianas para la construcción de identidades colectivas, se urdió una demolición progresiva, a modo de lenta carcoma, que domesticase a la escuela católica y propiciase su paulatina desnaturalización, mediante la intromisión sibilina en el ideario de los centros.

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