Hay que vivir
Madrid y el efecto Di Stéfano
La capital de España está en racha y quiere más

Un cronista español de los cincuenta decía que Alfredo di Stéfano era «el segundo jugador que mejor regateaba, el segundo que más corría, el segundo que mejor pasaba, el segundo que mejor disparaba… en conjunto, pues, era el mejor». El mejor jugador del mejor equipo ... de Europa y del mundo. La filosofía que esconde esta frase es muy aplicable a la ciudad de Madrid: como le gusta decir su alcalde, la capital de España «es un ocho en todo». Y desde el domingo, además, Patrimonio Mundial por el Madrid de los Borbones. Ciudades del mundo, atentas, porque la capital de España está en racha y quiere más.
Hace unos días asistí a un revelador encuentro en las afueras de la ciudad. Convocada por Gerardo Seeliger en un bucólico atardecer, la hidalguía empresarial de Madrid acudió a escuchar al alcalde y a su vicealcaldesa. Como Almeida es más listo que los ratones coloraos, cedió rápido la palabra a los empresarios, emprendedores e inversores allí reunidos, cada uno de su padre y de su madre pero todos embarcados en la ilusión de situar a Madrid en el ‘top’ de las grandes orbes del mundo.
El hecho diferencial hoy es que la pandemia ha provocado que Madrid haya adquirido un renombre internacional desconocido desde tiempos inmemoriales. El reto es cómo monetizar el prestigio de haber sido la única gran ciudad del mundo abierta en un mundo en pandemia. Esa es la espuma de una ola más grande: el modelo liberal de la ciudad y su Comunidad, que cristaliza en que la región está atrayendo hoy seis de cada diez euros de inversión extranjera en España. Y como mar de fondo, el ya citado efecto Di Stefano: un ocho en todo.
La espuma, la ola y el mar de fondo son tres circunstancias extraordinarias que los empresarios conocen bien, porque ellos son los que salen al mundo con Madrid en la mochila y ellos son los que pueden llevarla a una nueva edad de oro. De momento, Seeliger los ha reunido en una asociación sin ánimo de lucro llamada Madrid Open City que busca atraer inversión, talento e innovación para que pronto podamos parafrasear para la ciudad, pero sin coña, lo de aquel abuelo del anuncio de Mitsubishi: «¿Y Madrid, qué, otra vez campeón de Europa?».
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