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Hay que vivir

‘Les fabes y les vaques’

Los gurús del todos y todas -y ‘todes’- sólo lo son delante de las cámaras

Juan Fernández-Miranda

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Cuando la ilustre Irene Montero dijo aquello de ‘portavozas’ almorcé con una destacada dirigente socialista. Ingenuo yo, le pregunté por qué no habían aprovechado para humillarla públicamente, por zopenca. Se me quedó mirando a los ojos: «¿Con quién estoy hablando, con la RAE?». Lo dijo ... como si los académicos fueran unos berzotas reaccionarios, yo un ultraconservador trasnochado y el idioma un arma modulable a conveniencia. Mientras recogía los palos de mi sombrajo le repliqué que el lenguaje es un código de signos vivo, pero que sus normas son inveteradas y no se pueden cambiar por voluntad del Sánchez de turno. Me miraba como la vaca observando al tren. Y añadí lo que me había explicado entonces el director de la RAE: lo que se puede decir en corto se impone siempre. Es la economía del lenguaje, una de las claves para garantizar que el lenguaje inclusivo sólo se impondrá allá donde alcancen las zarpas del político de mirada corta y pezuña larga. Por ejemplo, los libros de texto: ha circulado en Twitter un libro escolar en el que se habla de la unidad religiosa en España: moriscos y moriscas, cristianos y cristianas... y así hasta ocho ejemplos en veinte líneas. Detrás está el socialismo andaluz.

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