José Ramón Iturriaga

El quinto en discordia

José Ramón Iturriaga

Revisiones de datos

Como no podía ser de otra manera, la revisión a la baja de las estimaciones de crecimiento de la Comisión Europea de las cifras de crecimiento estimado para este año tuvieron mucho eco. No aprendemos. No por mucho repetirlo conseguimos hacer entender que hoy más ... que nunca las cifras económicas son como una raya en el agua. Y quizá la última revisión europea nos sirva para volver sobre dos ideas: los datos económicos en una crisis como actual quieren decir bastnte poco; y, por otro lado, el eco que se da a las malas noticias que parecen que son más noticia que las buenas.

La revisión del PIB español que acaba de publicar la Comisión está desfasada desde la fecha de su publicación. Para el número que han publicado no han tenido en cuenta el reciente dato de crecimientod el tercer trimestre poque de haber sido así, la caida esperada de su modelo para el cuarto trimestre sería morrocotuda, circunstancia que hoy es del todo imposible sobre todo si tenemos en cuenta que probablemente España sea la economía que a tenor de los últimos datos mejor lidie con la segunda ola del virus. Con todo y con eso los titulares han sido los que han sido.

Pero con independencia de cual sea la cifra final, lo que subyace detrás del tratamiento que se le da a las cifras es un profundo desconocimiento de lo que quieren decir y más en las circunstancias actuales. Lo relevante no es cuanto acabe cayendo el PIB este año -dará para grandes titulares de primera página pero ya está-. Lo verdaderemente importante es que podemos esperar mirando para adelante. Y en este aspecto los análisis cuantitativos no son útiles en absoluto. De hecho todo se reduce a cuándo vuelven a volar los aviones. Cuando pasé que pasará, todas estas cifras con las que hemos estado a vueltas todos estos meses serán un mal recuerdo y querrán decir lo mismo que ahora, nada.

Con respecto a la superficialidad con la que se tratan los datos económicos en los medios es una batalla que no voy a dejar de dar. Entiendo que dejar escapar un titular es prácticamente imposible y más en los tiempos que corren que todo se mide a golpe de click. El papel que juegan las emociones en todo esto lo explica muy bien. Y aunque resulte humano el regodearse en las malas noticias, no es acertado desde el punto de vista analitico y mucho menos didáctico.

Elecciones en EE.UU.

Aunque por momentos lo llegaramos a dudar, la montaña rusa del recuento de las elecciones americanas ha acabado arrojando un resultado que ya todos conocemos. En este por momentos agónico conteo de votos, en el que se pasó de las primeras horas en las que volvía a saltar la sorpresa que reventaba las encuetas con una posible reelección de Trump, a las últimas horas en las que la candidatura demócrata papeleta a papeleta conseguía eregirse en la ganadora y todo ello salpicado por las siempre fuera de lugar declaraciones del actual presidente americano en las que cuestionaba con argumentos extemporaneos ni más ni menos que la legititimidad del proceso, el mercado es el que irónicamente ha demostrado más entereza.

Y aunque el resultado parece que a priori pudiera ser el peor de los teóricamente posibles, las bolsas lo han recibido con fuertes subidas desandando parte del camino en el que había puesto en precio la gran ola azul. A priori la presidencia demócrata y las Cámaras divididas -aunque eso no termina de estar del todo claro- no era el resultado ideal. En principio el control del Senado por los Republicanos puede limitar un nuevo programa de estímulo fiscal que era lo que el mercado estaba poniendo en precio con las encuestas en la mano. Ahora, también es probable que limite otro tipo de medidas que el mercado no hubiera recibido bien -subidas de impuestos o una eventual intervención de las compañías tecnológicas-.

Con todo, enterrar a Trump es sin duda una buena noticia. Aunque la nueva presidencia no pueda impulsar muchas iniciativas económicas lo que no es necesariamente malo, todo lo que sea cierta vuelta a la normalidad institucional y pasar página al frentismo de la administración anterior es más que bienvenido. Europa de rebote se va a beneficiar en tanto que, por ejemplo, el primer minsitro Jonhson se ha quedado desamparado. Sin ir más lejos, el propio Biden en uno de los pocos gestos que ha hecho en los últimos meses, abiertamente ha exigido que alcance un acuerdo de salida con la Unión Europea por lo que la opción de un Brexit a las bravas se puede descartar. Y este cuento se lo pueden aplicar al resto de pequeños Trump de uno y otro signo que han salido como setas en los últimos tiempos.

Joe Biden encarna la vuelta al pasado en el mejor sentido posible. Representa la moderación frente a los atajos del populismo. Rompe con las dinámicas perversas de los últimos tiempos y desbroza el camino a seguir a quienes quiera eregirse como alternativa a los planteamientos maximalistas tan en boga en los últimos años. El tiempo dirá si la elección del viejo político democráta es el punto de inflexión a la voragine que ha caracterizado la política de vencedores y vencidos de los últimos años ¡Ojalá!

Madrid enseña el camino

«Hay que respirar pero también comer». Con esta frase hace unos días resumía el presidente de Mercadona la difícil situación a la que nos enfrentamos en la lucha contra el virus. No hay que caer en falsos dilemas y poner la salud por delante de la economía o al revés. Están íntimamente ligadas. Este es el difícil equilibrio que tienen que tratar de guardar quienes les toca tomar decisiones y no dejarse llevar por mucho que sea el ruido que, desde luego, lo es.

Hasta ahora, quizás, lo más llamativo es que se toman medidas sin tener claro cuáles son las más eficaces -no hay datos fiables, todo se fía al gaseoso criterio de los expertos-. Y el riesgo de ir a ciegas es sobre reaccionar y no proteger la economía. La falsa disyuntiva en muchas ocasiones se ha saldado obligando a muchos a otra vez bajar el cierre sin tener en cuenta lo difícil que en algunos casos va a ser volver a levantarlo. Hasta ahora decía.

Madrid ha enseñado el camino al resto de territorios. Ha pasado en pocas semanas de ser el epicentro del problema a la región que mejor ha reconducido la situación. De hecho Madrid es de las grandes capitales europeas la que menor incidencia acumulada tiene a siete días. Se ha evitado tirar por elevación y con restricciones más o menos razonables y paciencia se han convertido en la región a imitar. No solo se puede convivir con el virus sino que se debe. Si han funcionando en Madrid, no tienen porque no funcionar en todas partes.

Como en toda crisis la parte más difícil es la gestión de las emociones -propias y ajenas-. Las circunstancias actuales hace que que hoy sea si cabe más complicado. Por eso, hay que destacar la templanza que están demostrando algunos -pocos- de los que están al frente, el ministro Illa entre ellos. La firmeza de los últimos días en la defensa de sus planteamientos es elogiable. Como filósofo de formación sabe aquello que decía Kant de que la i inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar. Son los menos los que dan la talla y muchos los que dan claras muestras de que les viene grande el cargo y se escudan en una malentendida protección de la salud

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