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Del rojo al amarillo

Es una tragicomedia de equivocaciones que, de no afectar a la integridad de España, sería la mar de divertida

José María Carrascal

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No me refiero a nuestra bandera -aunque bien lo merecería, tan desasistida está la pobre- sino al refrán «más vale una vez rojo que ciento amarillo», muy en desuso, referido a que, pillado con el carrito de los helados, lo mejor es admitir la culpa ... y cargar con las consecuencias que someterse a la vergüenza y el oprobio de que te lo recuerden en los años y décadas posteriores. Lo traigo a colación porque el caso Bárcenas, que los palmeros gubernamentales se empeñan en convertir en caso PP, habiendo como hay asuntos mucho más importantes -la pandemia, Cataluña, la crisis económica-, vuelve a los titulares con toda la pinta de arrastrarse por ellos durante meses como una boa dispuesta a tragarse cuanto encuentra. Cuando es una tragicomedia de equivocaciones que, de no afectar a la seguridad, integridad y prosperidad de España, sería la mar de divertida.

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