Lapisabién

‘V.E.R.D.Emérito’

La Transición o el tampón. He ahí la dialéctica

La Transición o el tampón que se empodera. He ahí la cuestión dialéctica de estos días de reencuentros. Se podía hacer aquí una sinfonía borbónica, recordar quién nos puso en el plano internacional y quién ha convertido España en un erial abortista. Podía contar que ... lloré con los Juegos Olímpicos y la Expo. Y en lo que ha quedado todo. En el secarral de La Cartuja y en una Barcelona en manos de manteros supremacistas.

Tampoco pido pífanos y marchas al Emérito, pero que la Historia no se olvide en aquéllos que no vivieron la Transición y tienen, eso sí, querencia por las cunetas y sus bisabuelos. Todo es ético menos esta necrofilia del republicano tipo.

Vi que Irene Montero vistió de verde para pregonar su discurso, que es casi un manifiesto de Carnaval canario de reinonas a deshoras, y vi que el día que Juan Carlos aterrizó en Galicia, en la Pública entrevistaron al gran Gurruchaga. Igual para camuflar la censura con tiempos cachondos y anteriores ahora que cuelan a Bolaños por estadista.

Uniforme de capitán general en la memoria, y de verde la otra, psicóloga titulada con el vicio ‘freudiano’ de hacer de la vida y de la muerte y de la entrepierna una cuestión que se pueda decidir en una asamblea de sí misma y de las suyas, que en Igualdad están prietas las filas. Y allí sólo Irene estornuda, pare y manda.

Pienso en el trabajo de los constituyentes, los cigarrillos de Suárez y todo ese esfuerzo que aguantó tiros, tirios y troyanos para que pasando los Pirineos nos quieran más que nosotros mismos. Horadar la piedra, echar guano sobre la Monarquía que nos homologó a Europa y que a Carmen Calvo le inspira metáforas egabrenses y a Alberto Garzón, ‘garzonadas’ de las suyas en su vacío y su soledad de saberse mera cuota y florero.

La sinfonía borbónica resuena hoy lunes en España y en el hipotálamo de los jardineros de Zarzuela y de los nacidos en democracia. Irene Montero, pobriña de verde, ha de saber que su gloria es efímera. Que las niñas no se emborrachan en el ginecólogo, y que decir Sanxenxo es una ‘soberana’ tontuna.

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