Josep Lluís Trapero | Mayor saliente de los Mossos d’Esquadra
Agente doble o triple
El consejero catalán de Interior destituye al controvertido jefe de los Mossos un año después de restituirlo
Si a Vox le parece una «mala noticia» la destitución de Trapero como jefe de los Mossos, poco más hay que añadir sobre el particular. El partido de Santiago Abascal actúa como reactivo en la prueba rápida de antígeno separatista más popular del mercado: se ... mete el guisopo en la nariz del sujeto y se agita a continuación dentro del tubo, del que se extraen tres gotas que van a parar al marcador. Negativo. Sale que es español y que le gusta el Fary. Investigado por sedición, juzgado por rebelión y absuelto en un juicio en el que se puso firme, hasta el punto de confesar que se había ofrecido para detener a Puigdemont, como Pedro Sánchez cuando estaba en campaña e iba a cerrar de paso TV3, Trapero encarna como ningún otro actor del ‘procés’ -la mayoría aún en fase de reincidencia pasiva- las virtudes de la reinserción sociolaboral y de la readaptación a un medio tan cambiante, dinámico en la jerga de La Moncloa, como el de un nacionalismo en el que ahora interviene y mangonea el presidente del Gobierno. Mucho ha durado el agente Josep Lluís, un año, como mayor restituido de los Mossos, cargo para el que la Generalitat lo recuperó como mero gesto de contumacia e impenitencia. Pasado el efecto Trapero, como el de Illa, lo recambian. Son tiempos de ‘foam’, feminización, proximidad y «nuevos liderazgos policiales», dice el consejero de Interior. Con la pechera llena de secretos y de versiones antitéticas de lo que sucedió y de lo que nunca pasó, Trapero merecía permanecer como símbolo de uniforme y gomaespuma, material escolar, de lo que fue un engaño, reversible y magno.