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El jarrón chino

CÓMO retumbaba la otra noche, en la colina de El Loco, la distante oquedad, el helado desapego con que Felipe González hablaba de José Luis Rodríguez Zapatero. Gélido en la palabra, displicente en el gesto, cortante en la mirada; calibrando adjetivos con un metrónomo invisible ... para impedir que se escapara una sola nota de entusiasmo. Y ese rictus tan estudiado de alejamiento, esa lograda composición gestual de maliciosa indolencia. Su rostro escéptico componía un discurso subtitulado a sus palabras corteses, a sus elogios administrados con el cuentagotas del recelo. En Andalucía le decimos a eso echar perfume con el frasco cerrado.

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