Suscribete a
ABC Premium

Jaime Bayly

La desgraciada vida feliz de Mercedes Remedios Purificación

No sabía Barclays, cómo podía imaginarlo, que cuando se enamoró de Casandra Koenig, una joven muy refinada, que había vivido en Filadelfia y París, se enamoraría también, aunque de una manera exenta de toda lujuria, un enamoramiento digamos literario o artístico, de una cocinera gorda, ... con canas incipientes, de ojos de lechuza o de búho, que vestía siempre un uniforme celeste, un delantal del mismo color y unas zapatillas blancas, y amaba a Casandra Koenig como si fuera su propia hija.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia