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El contrapunto

¿Quién defiende a la Guardia Civil?

¿Habría consentido Marlaska una manifestación como la de Alsasua dirigida contra el colectivo gay?

Isabel San Sebastián

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Hay que acumular mucha bilis ideológica en la mente para escupir el chorro de odio que cayó sobre Alsasua el sábado. Semejante vomitona solo puede proceder de quien ha sido amamantado con ponzoña de serpiente en casa, en la escuela, en la parroquia y en ... la taberna, hasta ser convencido de que pegar un tiro en la nuca a un uniformado o poner una bomba lapa en el coche de un concejal constituye una gesta heroica en la lucha del pueblo vasco. Si no empuñan las armas es sencillamente porque no se atreven, pero justifican todos y cada uno de los asesinatos de ETA. Los celebran. A sus ojos, la Guardia Civil es el enemigo que se enfrentó con éxito a la organización que ellos no perciben como criminal, sino como valiente vanguardia de un «movimiento de liberación». Por eso detestan a la Benemérita tanto como la temen. La Guardia Civil es la «mala» de un relato tergiversado en el que los asesinos desempeñan el papel de «buenos». Eso es lo que les han enseñado y con arreglo a ese adoctrinamiento participan en ese infame «día del adiós» dedicado a humillar con total impunidad al Cuerpo, condenado a soportar las burlas atado de pies y manos. La conducta de esa chusma resulta tan repugnante como fácil de entender. Mucho más incomprensible y de infinita mayor gravedad es el cúmulo de complicidades que han hecho posible la perpetración de este desafuero.

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