Irak, hace un año
HACE un año, las tropas españolas consumaban su retirada de Irak. Con esta operación comenzaba una salida que trajo de vuelta a nuestro país al contingente enviado por el Gobierno de José María Aznar tras la caída de la tiranía de Sadam Husein. ABC revela ... hoy que el duro hostigamiento de elementos iraquíes en el momento de la salida estuvo a punto de frustrar el repliegue. Pese a la gravedad del ataque, lo cierto es que no hubo ninguna baja y que la operación se cerró finalmente con éxito. Es indudable que ante unas circunstancias tan hostiles, en medio de uno de los momentos de mayor presión terrorista, la retirada fue digna de alabanza táctica.
Es cierto que esta retirada desató bromas y algún chascarrillo afrentoso entre los contingentes italiano, polaco y británico que cubrieron nuestra operación. Incluso algún jefe de Gobierno -luego, por cierto, reelegido- con tropas destacadas en Irak se atrevió de calificar nuestra salida como vergonzosa y claudicante ante el chantaje del terrorismo sufrido a raíz del 11-M. Con todo, ningún reproche militar merece aquella exitosa operación. Nuestras tropas cumplieron su deber. Hicieron lo que el Gobierno de España había decidido, exactamente igual que había sucedido unos meses atrás: cuando el Gobierno anterior acordó el envío de un contingente de ayuda humanitaria cuya misión era contribuir a la reconstrucción de un país que tenía por delante un difícil horizonte de democratización tras la derrota de Sadam Husein.
Nadie discute la legitimidad de la decisión acordada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. La retirada de Irak era uno de los compromisos programáticos más importantes del socialismo vencedor en las urnas del 14-M. Lo discutible era la oportunidad del apresuramiento en su ejecución. Sobre todo cuando existía un margen de maniobra que hacía posible el manejo de tiempos sin menoscabo al crédito internacional de España.
La literalidad del compromiso electoral del PSOE subordinaba la retirada al hecho de que antes del 30 de junio de 2004 el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no acordase una resolución por la que se aseguraba la restitución de la plena soberanía a Irak antes de principios de 2005. Pues bien, eso ocurrió y antes de la fecha mencionada el Consejo emitió la resolución que exigían los socialistas.Tal es así que hoy, con todos sus problemas, Irak es un país soberano que vive un proceso de apertura democrática inédita en el corazón de Oriente Próximo. Pese a ello, el nuevo Gobierno aceleró el repliegue.
Además no conviene olvidar que todo se produce en el contexto de la matanza del 11-M, por lo que la innecesaria precipitación en la salida del contingente pudo deslizar en la opinión pública nacional, y sin duda en la internacional, la idea de que se estaba cediendo ante el chantaje terrorista que planteaban los asesinos que atentaron en los trenes.
Por eso, la principal objeción que se plantea a la decisión de Rodríguez Zapatero es que sigue sin comprenderse la prisa por adelantar la retirada de nuestras tropas. No es momento ahora para analizar las razones que estuvieron detrás de aquella decisión. Baste decir que fueron bastantes los que dentro de las propias filas del partido gobernante mostraron su preocupación ante ello. El motivo era evidente: no se hizo por atender la letra del programa electoral de su partido, pues, ni éste decía que había que retirar necesariamente el contingente ni tampoco que se tuviera que hacer tan rápidamente. Especialmente cuando España había asumido anteriormente una responsabilidad amparada por Naciones Unidas en el Irak postSadam.
Las consecuencias que para el crédito de España sigue teniendo la decisión de retirarnos de Irak de la forma que se hizo pesan todavía, y no sólo ante los Estados Unidos. Ni nuestra presencia en Afganistán ni otros gestos de responsabilidad exterior asumidos posteriormente han restañado las heridas de desconfianza provocadas en la comunidad internacional. España dio un mal ejemplo, y lo reiteró cuando el presidente Rodríguez Zapatero volvió a incurrir en él durante su visita a Túnez. Entonces no sólo alabó la oportunidad de la decisión de retirarse de Irak, sino que se sugirió que se imitara, desvelando así una visión de la política y el derecho internacionales que merecían ser analizadas con más detalle debido a su falta de modestia y prudencia.
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