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EDITORIAL

A infamia diaria en Waterloo; el 155, ya

El expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont y el actual responsable del Ejecutivo catalán, Quim Torra EFE

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La nueva visita de Joaquim Torra a Carles Puigdemont en Bélgica para pedirle consejo es la enésima muestra de una ignominia política a la que nuestra democracia no debería someterse. A todos los efectos, Puigdemont es un presunto delincuente, huido para no tener que someterse ... a un juicio penal por rebelión. Ni es un presidente en la sombra, ni permanece en un exilio forzoso ni debería seguir tomando el pelo a todos los catalanes al presentarse como mártir de la libertad. Puigdemont insiste en el absurdo de que un presidente de la Generalitat como Torra le rinda pleitesía de forma humillante. El «consejo por la república» es una patraña, y Puigdemont se ha convertido en un vividor en Waterloo, protegido por un sistema político como el belga que lamentablemente, y sin razón alguna, cuestiona la calidad de nuestra democracia en España. Tenga que despachar lo que tenga que despachar Torra con Puigdemont, el resultado será otro esperpento a los ojos de los españoles.

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