El inexistente machismo que combaten

Publicaba «El País» el pasado lunes una «crónica» -por segundo día consecutivo- sobre lo que llaman «lengua inclusiva». Es decir, que se duplique todo referente genérico para hablar, por ejemplo, de hombres y mujeres, niños y niñas y, en cualquier momento, jóvenes y «jóvenas», como dijo en su día una ilustre diputada a la que creíamos haber cometido un lapsus. Sin darnos cuenta de que los equivocados éramos nosotros, porque ella era una precursora. «El País» está muy preocupado porque la limpieza del lenguaje que busca para la Constitución puede no ser plenamente avalada por esa Real Academia a la que la vicepresidenta del Gobierno encargó un dictamen que no parece que le vaya a dar plena satisfacción.

La «crónica» cita a Teresa Meana, a la que describe como filóloga y experta en lenguaje sexista, quien hablando del dictamen de la RAE sostiene que «lo adecuado no es dejarlo en manos de la RAE. Una reforma de la Constitución debería quedar en manos de una comisión del Parlamento, porque es un asunto político, no de formas (…) Todo el texto está redactado en masculino y produce confusión. Es fundamental este tema: lo que no se nombra, no existe». Quizá la señora Meana no lo sepa, pero en la redacción de esta Constitución participaron algunos académicos que dieron su visto bueno al texto. Y entre ellos, tuvo notables intervenciones sobre la gramática de la Carta Magna uno que después ganó un premio Nobel. Se llamaba Camilo José Cela. Y ya imagino que eso le acelerará el pulso porque le parecerá que don Camilo era un machista o cosas peores. Pero con ello lo único que pondrá en evidencia la ilustre especialista en lenguaje sexista es que ella está intentando dar un sesgo político a su reforma de la Constitución. Porque sólo de eso se trata este movimiento. Decir que el texto de la Constitución está redactado en masculino y produce confusión es una soberana estupidez. ¿Ha habido alguna vez una sentencia del Tribunal Constitucional que favoreciese a un hombre frente a una mujer porque la Constitución no habla de ellas? ¿Ha habido una sola vez en los últimos cuarenta años en que las mujeres no hayan visto respaldada su igualdad con el hombre ante el Tribunal Constitucional? No es verdad que lo que no se nombra no existe, como dice Meana. Los hechos indiscutibles demuestran que existe. Pero como en este país no hay problemas y todo marcha viento en popa, este Gobierno y la izquierda en general quieren crear un debate donde no lo había. Como con la tumba de Franco. Haz un problema de lo que no lo es.

Mi único consuelo es que ahora voy a estar rodeado durante días de colombianos que, según criterio muy extendido, hablan el mejor español del mundo. Y que son una gente tan rara que nunca se les ha ocurrido hacer en su Constitución una reforma como la que pretende la izquierda española. Ni siquiera cuando vivía y estaba lúcido aquel gran colombiano llamado Gabriel García Márquez. Gabo obtuvo un Nobel, como Cela. Gabo estaba en las antípodas políticas de Cela. Gabo se hubiera reído de la estupidez de algunas políticas de la hora presente. Pero hoy es una prioridad hacer que la Constitución