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Ramón Pérez-Maura

La independencia, sin dinero

Quien seguro que no utilizará esos pisos es el turista que llega a Barcelona en yate

Ramón Pérez-Maura

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Reconozcámoslo: se superan cada día en su capacidad de destruir la causa por la que dicen luchar con todo su empeño. La última ocurrencia -violenta- de los independentistas catalanes es este ataque al turismo. Es fabuloso. Imagínense lo que habrán contado de Cataluña en sus ... países de origen los turistas que estaban en el autobús al que se subieron unos agresores días atrás. El testimonio del testigo directo vale mucho más que treinta segundos en un informativo de televisión. Y en estos días son muchísimos los que están propagando una mala imagen de Cataluña por el mundo por obra y gracia de los independentistas agresivos. Pero no sólo eso. En un momento en que la economía de Cataluña sobrevive gracias al Fondo de Liquidez Autonómica, estos delincuentes atacan una industria que ha ingresado directamente en las arcas catalanas, sin pasar por ningún intermediario, 8.178 millones de euros en los seis primeros meses de este año, un 14,8% más que el mismo semestre de 2016. Debe de ser que la independencia también la van a hacer sin dinero. Parece ser que están dispuestos a renunciar a esos ingresos. Como siguen anclados en que el dinero del Estado no es de nadie porque es de todos, deben de imaginar que una Cataluña independiente se sostendrá por sí sola, en el aire. No se dan cuenta de que más bien sería en el alambre, con la inevitable brevedad que implica esa ubicación. Yo podría incluso comprender y apoyar el que esos pisos empleados irregularmente como albergues para turistas no deben ser permitidos. Alrededor de ellos hay una economía clandestina que perjudica a todos menos a los que cobran por el alquiler. Pero lo que no ofrece duda es que protestar contra esos pisos ilegales asaltando barcos de recreo de lujo en los puertos deportivos es un disparate absoluto. Si hay alguien que seguro que no va a utilizar esos pisos es el turista que llega a Barcelona o a cualquier puerto de España en un yate de esas características. Sería como decir que uno llega de vacaciones a Marbella con su Rolls-Royce conducido por la choferesa negra del marqués de Iria Flavia y allí prefiere emplear los coches de Uber que los taxis. Pues no. Ni lo uno ni lo otro. El que va a Marbella usa su Rolls con su conductora y el que va a Barcelona se hospeda en su barco. Da apuro tener que explicar ciertas cosas...

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