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«Lucha armada», «preso vasco»: el blanqueo de los legatarios de ETA exige que Sánchez asuma el lenguaje de su relato

Ignacio Camacho

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Menos mal que el bueno de Joan Mesquida, el fallecido exdirector socialista de la Policía y de la Guardia Civil que acabó como militante de Ciudadanos, no se ha podido enterar de que Sánchez utilizó su elogio funerario para blanquear el terrorismo de ETA con ... una infame frase de soslayo. «Lucha armada» es el término escogido por el presidente para referirse al holocausto totalitario que trató de someter por la violencia al Estado. Lluvia sobre un charco: hace pocas semanas ofreció en público su pésame a Bildu por el suicidio de «un preso vasco», que desde luego había nacido en Euskadi pero cumplía veinte años de cárcel por pertenencia a un comando armado. En un gobernante que dispone de un laboratorio de frases es imposible que este lenguaje sea fruto de un lapsus. Más bien se trata de que en su proceso de homologación institucional de los legatarios etarras ha asumido el léxico de su relato. Y ha comenzado a expedir certificados de limpieza de sangre ideológica a sus nuevos aliados apartando la vista de la sangre física que derramaron y que aún se niegan a limpiar porque, visto lo visto, entienden que no resulta necesario. Mesquida, un hombre honesto y coherente, se hubiese vuelto a morir… de asco.

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