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La humillación rebosante

Algunos no calculan la voluntad que generan rabia y hartazgo ante tanta afrenta separatista

Hermann Tertsch

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Los españoles están acostumbrados a la severidad del Estado. Saben que sus infracciones, de tráfico o urbanismo, fiscal o laboral, son castigadas de forma implacable y dolorosa. Con multas que siempre superan en mucho las sanciones en otros países con ciudadanos de mayor poder adquisitivo. ... La cantidad media de las multas de aparcamiento en una ciudad alemana es de 20 euros, en Madrid, de entre 90 y 180. Dos multas de tráfico pueden destruir aquí el presupuesto mensual de una familia modesta. El trato de los españoles con el Estado está cuajado de humillaciones. Por el desprecio y por la dureza del castigo de las faltas, la infracción del hombre honrado. En cambio, hay pocos países en los que se perdonen tanto los más graves crímenes. En España andan por la calle ladrones que son detenidos varias veces por semana, violadores condenados hace menos de un lustro y asesinos múltiples que han cumplido 18 meses por muerto a sus espaldas. A la humillación del trato injusto y severo al español honrado se suma la que causa la impunidad del más canalla.

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