Columnas sin fuste
Imperio
EE.UU. es un imperio ideológico que se hace revoluciones de colores hasta a sí mismo, pero Rusia ya no es marxista, ni aspira a que el mundo lo sea
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Iniciar sesiónHa sido asombroso comprobar la cantidad de gente que quiere intervenir militarmente en Ucrania sabiendo, o quizás no, que no es estado miembro de la OTAN.
La OTAN empezó protegiendo del ‘soviet’ a una decena de países europeos y ya suma 14 nuevos desde los ... 90. Serbia fue bombardeada y revoluciones de colores surgieron como florecillas en Georgia, Kirguistán, Bielorrusia o Ucrania, donde el Departamento de Estado empleó 5.000 millones de dólares en promover la democracia. Con todo, Estados Unidos no intervino cuando Crimea o el Donbass, pero nuestros progres y neocones (todos quieren ser los campeones) están locos por asegurar allí la ‘democracia’.
Los más sensatos nos recuerdan que eso es una ingenuidad, que mandan los intereses militares o energéticos, pero al ‘desromantizar’ el asunto hacen olvidar la importancia de la ideología.
EE.UU., a través de la OTAN, es un imperio en el que lo ideológico es pretexto (democratizar) pero también arma y frontera. El liberalismo y sus efectos son el primer factor de dominio. Una vez codificado en la ley, funciona de frontera.
Ignorando lo multipolar (¿y China?), nos vuelven a hablar de Guerra Fría, de libertad vs. comunismo, pero ¿dónde está la URSS? Fue un imperio desguazado que Putin aspiraría a recomponer, pero ¿cuál es el equivalente ruso al ariete occidental liberal? ¿La lengua rusa? ¿La raza eslava? ¿La ortodoxia religiosa? Quizás ese concepto de Eurasia, entre geográfico e ideológico, que parece lo suficientemente amplio para recoger la pluralidad étnica, religiosa y lingüística…
EE.UU. es un imperio ideológico que se hace revoluciones de colores hasta a sí mismo, pero Rusia ya no es marxista, ni aspira a que el mundo lo sea. Tampoco su economía manda como la china. Es un espacio inmenso, el mayor, que se caracteriza por... ¿por qué? Putin habla de ‘conservadurismo saludable’, una cierta tutela del patriarca ortodoxo para resistir al matrimonio homosexual, quizás también una cultura política autocrática que valora el gobierno fuerte y centralizado, pero, en definitiva, algo impreciso, postsoviético, cristiano aún y liberal hasta cierto punto, liberal de un modo conflictivo. Parece un gran espacio resistiendo los efectos corrosivos, atractivos, narcotizantes del liberalismo. Un gran espacio con pretensiones de civilización que se protege. ¿Qué ocurriría si en la Rusia multiétnica entrara lo ‘woke’? La ideología como arma. Bastaría Netflix y un poco de tiempo...
Pensemos ahora en Polonia, un país que se occidentalizó distanciándose de Rusia, pero que ahora se ve amenazada por las imposiciones ideológicas de Bruselas. Por eso de repente tiene sentido que la UE se vincule existencialmente con el aborto o lo LGTBI. El Elba, el Dniéper, lo LGTBI… fronteras infranqueables para Rusia. El imperio global del Atlántico Norte (que llega hasta el Cáucaso) se extiende híbridamente así, y tiene en Europa su avanzadilla.
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