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Fin de una era en Gran Bretaña

CON las elecciones de ayer se ha puesto fin a un largo periodo de dominio del laborismo británico, inaugurado en 1997 por un Tony Blair que sedujo a sus compatriotas y a no pocos socialistas europeos con la promesa de un ejercicio de renovación ideológica ... para la izquierda, la llamada «tercera vía», pero cuyo balance, trece años después, es bastante escaso. De hecho, el paso de esta generación de líderes del laborismo no puede reclamar ningún tipo de reforma significativa en la vida del Reino Unido ni ha aportado soluciones a ninguno de los grandes problemas que tiene la sociedad británica, ni la sanidad pública, ni la cohesión social, ni la emigración ni el déficit público. Blair hizo un intento sincero por conjugar los mitos tradicionales de la socialdemocracia con una mayor dosis de realismo liberal, pero más allá de su continuidad en las grandes líneas de la política exterior -lo que ciertamente exigió un coraje extraordinario en algunos momentos- su retirada hace tres años era el anticipo de este colapso anunciado.

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