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Ganar o no ganar

MADRID puede hoy ganar o no ganar unos Juegos Olímpicos, pero no los puede perder porque sólo se pierde lo que se tiene y Madrid nada tiene más que una esperanza. Muchos madrileños sienten temor a la victoria porque tienen pavor a siete años de ... obras, sin reparar por cierto en que ya llevan seis sin pretexto alguno, pero no hay en el mundo mayor palanca de desarrollo para una ciudad que la de ser sede de unas Olimpíadas; el deporte moderno mueve negocio, imagen, tecnología y prestigio, y por eso hay bofetadas por llevarse la puja que los miembros del CIO adjudican con pompa de cardenales, ambición de trincones y picardía de subasteros. En cónclaves como el de Copenhague este centenar de sacamantecas, la mayoría de los cuales apenas ha hecho en su vida otro ejercicio que el de poner el cazo, se sienten los amos del mundo, centros de la pleitesía y objetos de la coba de los líderes de la Tierra. Es el mayor espectáculo de «lobby» conocido; un displicente sanedrín de traficantes de influencias dejándose sobar el lomo por los poderosos del planeta, a los que a menudo prometen el voto a la vez para decidirse luego por la candidatura de la que entienden que pueden sacar mejor tajada.

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