Cambio de guardia
‘Judicializar’
Si es Batet quien dicta sustraer a los políticos fuera del control judicial, un ciudadano decente deberá comenzar a pensar que ha llegado la hora de exiliarse
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Iniciar sesiónNo hay jergas inocentes. Nunca. Degradar la lengua a la que estamos sometidos es degradar la vida: la del que habla, por supuesto; la de aquellos que bajo máscara de jerga son interpelados, sobre todo.
‘Judicializar’ es uno de esos feos neologismos que se ... construyen mediante adición de sufijos a sufijos. Su inclusión en la vigésimo segunda edición del Diccionario de la RAE da síntoma de la degradación en nuestros usos léxicos más recientes. La Academia le otorga, a partir de 2001, este significado: «llevar por vía judicial un asunto que podría ser llevado por otra vía, generalmente política». Que eso se hubiera llamado, en el español de toda la vida, prevaricación no parece preocupar excesivamente a los académicos. ¿Para qué someterse a una palabra clara cuando puedes sustituirla por dos términos confusos? Porque la confusión, hasta el último chusquero de la política lo sabe, es la clave del mando. ¿Se acuerdan de Humpty Dumpty en la ‘Alicia’ de Lewis Carroll? Las palabras significan lo que dicta el que manda. Y punto. Final.
Avergonzaba, hace tres días, al conmemorar la Constitución de 1978, soportar la voz jergática de la presidente -’presidente’, como ‘amante’, es un participio activo y no exige género- del Congreso de los Diputados. Y abochornaba, no por ser la tercera autoridad del Estado -en ese cargo ha habido de todo-. Abochornaba porque, antes de ocupar ese cargo público, la señora Batet fue profesora de Derecho Constitucional en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Y habrá tenido que explicar unas cuantas veces a sus alumnos que ‘constitucional’ es el Estado que se asienta sobre la división y autonomía de poderes. Lo cual implica que tan sometido a control judicial está el desatascador de alcantarillas cuanto el presidente del gobierno o cada uno de los miembros del Parlamento. Y quien los preside.
Recuerdo la fórmula utilizada por la señora Batet: «Judicializar innecesariamente la política comporta politizar la justicia, pero sobre todo lleva a desconocer el espacio deliberativo propio de todo sistema político democrático». Dicho de otro modo, cuando, hace más de veinte años, un grupo de insignificantes ciudadanos logramos hacer procesar, condenar y llevar a la cárcel al ministro del Interior de Felipe González, estábamos «desconociendo el espacio deliberativo propio de todo sistema político». Esto es: el ‘espacio deliberativo’ cuya propiedad consiste en que, siempre que lo considere preciso, un gobierno puede secuestrar, torturar, robar o asesinar cuanto convenga a su ‘deliberación propia’.
No, no hay jergas inocentes. Pero, si es la presidente del poder legislativo quien dicta sustraer a los políticos fuera del control judicial, entonces un ciudadano decente deberá comenzar a pensar que ha llegado la hora de exiliarse. ¡Qué bochorno, cielo santo! ¡Qué bochorno!
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