cambio de guardia
Europa después de la lluvia
De haber triunfado, Marine Le Pen hubiera sacado a Francia de la UE. Es algo que en el debate televisivo dejó claro: «¡Europa sí, UE no!»
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Iniciar sesiónEntre 1991 y 1992, Mitterrand y Kohl asientan los fundamentos de la Unión Europea: Francia y Alemania fijan las coordenadas del proyecto, que se quiere federal. La UE buscaba contener la decadencia de un continente trocado en arqueología. La apuesta se cifraba en algo tan ... elemental como devolver Europa al presente.
Naturalmente que esa prioridad francoalemana exigía fuertes transformaciones en las dos naciones llamadas a ejercer como ‘locomotora’ de la Unión. En lo que concierne a Francia, tales renovaciones remitían a sus dos aspectos más vulnerables en el siglo XX: primero, la mastodóntica máquina funcionarial; segundo, los desajustes representativos de un sistema electoral con el que De Gaulle buscaba solventar, en 1958, la inestabilidad de la IV República, mutado ahora en obstáculo para la plena representación política.
Pasaron de eso treinta años. Y cinco presidentes. La pesadez de su Estado ha hecho acumular a Francia una deuda inasumible. Y la elección mayoritaria a doble vuelta -óptima para las presidenciales- plantea, en las elecciones parlamentarias -pese a sus leves correcciones-, una disfunción grave: la que impide que el Parlamento reproduzca, a escala, la sociedad de la cual es expresión.
Macron obtuvo el domingo una victoria muy holgada. Por primera vez en la V República, un presidente repite legislatura sin haber tenido que cohabitar con un gobierno de la oposición. Y una ventaja del 17 por ciento es cualquier cosa menos despreciable; aunque se obtenga frente a una nulidad de dimensiones tan colosales como la señora Le Pen. Tiene el presidente, pues, las manos libres para consumar las reformas que la primera legislatura dejó pendientes.
De haber triunfado, Marine Le Pen hubiera sacado a Francia de la UE. Es algo que en el debate televisivo dejó claro: «¡Europa sí, UE no!». Su tosquedad movía más a risa que a pena. Pero esa nulidad populista suma un 40 por ciento del voto. No sirve de nada tapar tan hosca realidad tras una ley electoral ‘ad hoc’.
Ni Macron ni Le Pen estarán en las presidenciales de 2027. El primero, porque la ley limita a dos los mandatos. La segunda, porque sus conmilitones estarían locos si dejasen repetir a quien es hoy la mejor garantía de victoria para sus adversarios. Hasta ahí, no hay problema. El problema es que, en el curso del trayecto, los dos polos sobre los cuales asentó De Gaulle la alternancia republicana se han disuelto. La última izquierda institucional la voló Hollande para lanzar a Macron. De lo que quedaba de la derecha republicana, Pécresse ha hecho cenizas. Quedan dos populismos delirantes: Le Pen y Mélenchon. Lo peor.
Antes de que sus últimos cinco años pasen, Emmanuel Macron habrá de depurar la República de sus anacronismos. Si fracasa, no será Francia la que quiebre. Quebrará el eje de la UE. Y vendrá el naufragio.
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