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cambio de guardia

Alianza de barbaries

El cónyuge de Montero estuvo a sueldo de aquellos ayatolás iraníes que lapidaban adúlteras y colgaban homosexuales

Gabriel Albiac

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Anota Baudelaire, en su ‘Spleen de París’, la admirativa aquiescencia del Maligno ante el sermón de un eclesiástico menos romo que sus iguales: «Queridos hermanos, no olvidéis nunca, cuando oigáis elogiar el espíritu ilustrado, que la más bella astucia del diablo consiste en convencernos de ... que él no existe». Nada lleva tan lejos el entusiasmo destructor de los hombres cuanto su empeño en ocultarse -al precio de toda ceguera- que el mal es la mejor repartida y la más inamovible compañía de nuestra especie.

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