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EDITORIAL ABC

Los fiscales desmantelan el 1-O

El relato de los fiscales reivindicó el discurso de Felipe VI el 3-O . Recordaron lo obvio: que los acusados no dieron un golpe para llegar al poder, porque el poder ya lo tenían

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Los cuatro fiscales que han intervenido en el juicio por el 1-O brindaron ayer a la Sala Segunda del TS unas conclusiones difícilmente rebatibles, algo de lo que el fallecido José Manuel Maza podría sentirse orgulloso, como fiscal general que firmó las querellas contra los dirigentes del proceso separatista. Es a lo que obliga la presunción de inocencia, porque lo que se juzga en un proceso penal es la eficacia de las pruebas de la acusación, y los fiscales Zaragoza, Moreno, Madrigal y Cadena cumplieron con su responsabilidad acusatoria. Entre los cuatro ensamblaron algo que se ha echado de menos en estos dos años, dentro y fuera del Palacio de Las Salesas: el relato definitivo del golpe de Estado perpetrado por los separatistas catalanes contra la Constitución y la unidad nacional. La Fiscalía ha acertado en la valoración de las pruebas, en la constatación de los delitos y en la determinación de las responsabilidades individuales. Con un lenguaje técnico, pero comprensible para cualquier ciudadano, los fiscales llamaron a las cosas por su nombre: golpe de Estado, insurrección, ataque a la Constitución, nacionalismo populista, organización criminal. Fueron directos al corazón de la trama golpista y concretaron una tras otra las pruebas de que el 1-O fue precedido de una planificación concertada entre el Parlamento, el Gobierno y las asociaciones civiles para derogar la Constitución en Cataluña y proclamar su independencia. Una planificación que integró la malversación indecente de fondos públicos y el ejercicio de la violencia como una herramienta no solo admisible, sino conveniente para lograr el objetivo secesionista. Los actos violentos no fueron para Junqueras y los demás acusados una imposición externa de grupos espontáneos, sino un factor acelerante del proceso de independencia. Por eso, los fiscales acusaron a Junqueras y demás dirigentes del 1-O de actuar con dolo directo con la violencia, de aceptarla y propiciarla mediante convocatorias a los ciudadanos para que se enfrentaran a la Policía, a la Guardia Civil y a los funcionarios judiciales que cumplían órdenes de los tribunales.

El relato de los fiscales reivindicó el discurso de Felipe VI el 3-O y fue implacable con el nacionalismo y sus mentiras. Recordaron lo obvio: que los acusados no dieron un golpe para llegar al poder, porque el poder ya lo tenían. Fue un golpe desde el Estado contra el Estado. No cabe mayor traición. Mentiras desmanteladas como la del derecho a la autodeterminación, que no existe en el derecho español ni en el internacional; o como la de los «presos políticos», porque ninguno está perseguido por sus ideas. Y un relato de los fiscales que hizo de la defensa de la Constitución su eje vertebrador, sin más opción de la de acusar por un delito de rebelión, no de sedición, porque el objetivo de los acusados era acabar con la Constitución de 1978 y la integridad territorial de España. Cuatro intervenciones memorables para la democracia, la justicia y el Ministerio Fiscal.

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