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La tercera

La confusa de Cervantes

«Al retorno de su largo confinamiento en Argel, Cervantes intenta, a través del teatro, poner sobre el tapete y sobre las tablas de un corral español los prodigios vistos y los secretos intuidos. Su fogueo nos lo cuenta, siete meses y nueve días antes de ocultarse, en su prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados»

Fernando Arrabal

Cervantes, durante su asentada en Roma en 1570 como mozo y ‘camarieri’ del joven cardenal (¿homosexual?) Julio Acquaviva, durante sus cinco años en manos de sus carceleros de Argel (¿sodomitas?) y durante su largo buceo en la cárcel de Sevilla (’piedra de depravación’), conoce confinamientos ... sin recursos ‘virtuales’. Precisamente en el camino de Roma Cervantes con su mejor trino de jilguero (en español) dijo de Barcelona (única ciudad real que aparece en el Quijote): «...albergue de los extranjeros, sitio de belleza única». Pues en ella estuvo, entonces, a sus 22 años, y 41 años más tarde.

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