Suscribete a
ABC Premium

La Tercera

La felicidad no es cosa de los gobiernos

«Ignoro los vericuetos intelectuales por los que han ido desarrollando la idea de que la felicidad consiste en ir en bicicleta, o en llevar a los niños a la escuela pública, o en votar todas las tardes en asamblea para ver lo que vamos hacer al día siguiente»

PANDRADE

LUIS DEL VAL (ESCRITOR)

Gran parte de los políticos, llegados de repente y por primera vez a un cargo, sienten la irresistible seducción de pensar que están allí para hacer felices a los ciudadanos , lo cual en sí ya no es bueno, pero lo peor comienza en ... el momento en que empiezan a tomar iniciativas. Si los filósofos todavía no han logrado definir algo tan inaprensible y subjetivo como es la felicidad, imaginemos lo que puede hacer un político, con ese entusiasmo que puede empedrar el camino hacia el infierno . El político, además, está preso de sus prejuicios ideológicos. La sociedad avanza, el respeto hacia la libertad del individuo gana prestigio, pero los prejuicios ideológicos y/o religiosos son difíciles de ahuyentar, porque los dogmas suelen interpretarse de maneras que pueden llegar a la extravagancia. Lo más parecido a un predicador obsesionado con el ateísmo, es un predicador comunista ofuscado por los males del capitalismo. En un concurso de pelmazos sería muy difícil distinguir al más cargante, pero tengo ya comprobado que un leninista en plan evangélico es capaz de agotar los cerebros más lúcidos y reducirlos por cansancio.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia