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Editorial ABC

Farsa socialista sobre Cataluña

El PSC comete la penúltima deslealtad al constitucionalismo al salir al rescate de Torra y lo hace en el aniversario del 1-O, dejando en evidencia el «Ahora, España» de Sánchez

ABC

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha percibido que toca hablar de España en esta precampaña electoral, porque su acreditada cercanía a los nacionalistas catalanes ahora resulta tóxica. El rápido tránsito que ha hecho de la oferta de diálogo, con paseos junto a Quim Torra en La Moncloa, a la invocación del artículo 155 de la Constitución -que se puede aplicar aunque su Ejecutivo esté en funciones, según manifestó ayer- corre paralela a la acumulación de indicios, cada más numerosos y más sólidos, de las relaciones del actual presidente de la Generalitat y de la familia Puigdemont con los CDR detenidos por terrorismo. Sea más por necesidad que por virtud, el súbito abrazo de Sánchez al 155 y a la firmeza contra los separatistas merecería ser tenido en cuenta como una posible vía abierta a la rectificación del socialismo en sus relaciones con el nacionalismo catalán. Hasta el requerimiento expreso de Sánchez a Torra para que condene la violencia y «no juegue con fuego» podría entenderse como una confirmación de ese viraje.

Sin embargo, de nuevo apareció Miquel Iceta para deshacer el espejismo. En un momento crucial para la defensa del constitucionalismo en Cataluña, los socialistas catalanes anuncian su abstención en la moción de censura de Ciudadanos a Quim Torra. La gravedad de la situación evidencia la falta de principios en la reacción del PSC. El gobierno de la Generalitat se ratificó ayer en los objetivos separatistas durante el segundo aniversario del 1-O. Los CDR, como los batasunos, amenazan con hacer «temblar al enemigo». La Asamblea Nacional Catalana anuncia que colapsará la circulación tras conocer la sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Y como director de esta orquesta siniestra está Quim Torra, señalado por presuntos terroristas como colaborador de sus planes violentos. Si ante esta realidad antidemocrática e inmoral que encarna Quim Torra, los socialistas catalanes, con Miquel Iceta al frente, consideran que deben lavarse las manos, definitivamente el nuevo discurso de Pedro Sánchez sobre Cataluña es una farsa.

Conviene, por tanto, ser pesimistas sobre una posible rectificación de los cabecillas del movimiento separatista, cabecillas y no dirigentes pues, como ayer se comprobó en la conmemoración del segundo aniversario del 1-O, su irresponsabilidad les aleja de la consideración que merece un cargo público. Hace tiempo que Torra (como antes Puigdemont y aún antes Mas y Pujol) dejaron de ser los representantes de todos los catalanes, despreciando a más de la mitad de esa sociedad y gobernando solo para una facción, condenando de paso a Cataluña a un empobrecimiento súbito (van para 5.500 empresas las que se han ido) y, lo que es peor, a una fractura social sin precedentes.

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