Tiempo recobrado
El espectro de la traición
Gordievski y Philby invitan a la reflexión sobre elconcepto de lealtad
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Iniciar sesiónOleg Gordievski lleva ocultándose desde hace 34 años en un desconocido lugar de Gran Bretaña. No puede aparecer en público ni tener relaciones sociales porque está condenado a muerte por el KGB. Mucho tiempo después de su deserción, sigue siendo el traidor número uno y ... el hombre más buscado por los servicios secretos rusos.
Gordievski era coronel del KGB y residente de la organización de Londres cuando decidió desertar. Invitado a volver a Moscú por sus jefes, el espía estaba convencido de que iba a ser detenido, torturado y ejecutado. Pero no sucedió así: fue interrogado y se le marginó a un puesto irrelevante. En ese momento, fue evacuado por el MI6, que le había reclutado en Copenhague a principios de los años 70.
Aparece esta semana un libro del especialista Ben Macintyre, titulado Espía y traidor, en el que se relata la apasionante peripecia de este hombre que tuvo acceso a los secretos mejor protegidos del KGB, dado que, como él mismo contó, reportaba a miembros de la cúpula como Kriuchkov, el número dos de Andropov y luego su sucesor, que se había hecho construir una lujosa sauna con madera de Finlandia junto a su despacho.
Gordievski, cuya carrera fue impulsada por Gorbachov, cuenta en su historia del KGB, publicada en 1991, que Andropov estaba obsesionado por un ataque nuclear de EE.UU. a Rusia. También describe el ambiente paranoico de la organización para la que trabajaba que quiso captar al primer ministro británico, Edward Heath, durante un concierto de órgano en Budapest.
El KGB se sintió humillado cuando Gordievski se pasó a Occidente porque era hijo y sobrino de funcionarios de toda confianza. Fue promocionado porque parecía el prototipo de espía perfecto para sus superiores, que le habían proporcionado el acceso a la información más confidencial.
No hubiera sido descubierto de no mediar el soplo de Aldrich Ames, uno de los jefes del contraespionaje de la CIA, que al parecer sugirió que Gordievski era un doble agente. Éste empezó a sospechar cuando se dio cuenta de que había una cerradura que había sido manipulada en su lujoso apartamento de Moscú, donde vivía con su mujer y dos hijos.
La historia del espía ruso es muy similar a la de su homólogo Kim Philby, que, tras ser uno de los jefes del MI6, desertó a Moscú en 1963 desde Beirut cuando ya había confesado su traición. Ambos decidieron pasarse al otro bando por la misma razón: no creían en la causa a la que servían. Philby era comunista desde que estudiaba en Cambridge y Gordievski odiaba lo que estaba haciendo su país en Occidente.
Gordievski y Philby invitan a la reflexión sobre el concepto de lealtad, ya que no dudaron en arriesgar su vida y vender a sus compañeros por unas convicciones que los llevaron a odiar la organización a la que habían jurado fidelidad. La duda que siempre me he planteado es si eran héroes o miserables. Tras pensarlo mucho, creo que eran las dos cosas.
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