España necesita estabilidad

Tras la crisis mundial de 2008 y la reacción irresponsable de Zapatero, la legislatura arrancó con recesión, una brutal destrucción de empleo, prima de riesgo por encima de los 600 puntos y España convertida en un apestado internacional al borde del rescate. Hoy nuestro país crece por encima del 3%, la mejor cifra entre las principales naciones de la UE, se ha saneado el sistema bancario, la prima de riesgo está en el entorno de los cien puntos, hay menos paro que al comienzo de la legislatura y se ha evitado el rescate del país. La situación de España ha mejorado, es indiscutible. Uno de los factores que han contribuido a ello, amén de un entorno internacional más favorable y el sacrificio de los españoles, ha sido contar con un Gobierno estable y con capacidad de gestión, una baza que creemos que debe mantenerse.

ABC cumplirá 113 años el próximo mes. Si hubiese que buscar un hilo conductor en la historia del decano de los grandes periódicos nacionales, ese sería sin duda la defensa de España, de sus intereses y del bienestar de sus ciudadanos. ABC es una institución previa a la existencia del PP, con un ideario claro, que perdura al margen de las coyunturas partidistas y de nuestros legítimos intereses mercantiles como empresa (de hecho, hemos sido perjudicados por la arbitrariedad del actual Gobierno en el reparto de canales de televisión). Creemos que en las elecciones Mariano Rajoy supone la mejor alternativa, pero no porque exista una simbiosis entre nuestro periódico y su partido, sino porque en estos momentos el PP representa la opción más próxima a los valores de ABC, un diario liberal conservador, defensor de la economía abierta, la unidad de España, nuestro exitoso modelo democrático y su monarquía, próximo a los principios humanísticos del cristianismo y con una visión tolerante y constructiva de lo que debe ser nuestro país.

El nuestro es un voto crítico. A lo largo de la legislatura, desde estas mismas páginas editoriales hemos demandado al PP y a su Gobierno más contundencia contra la corrupción en sus filas, un bochornoso escándalo. Cuando todavía no estaba bien visto decirlo, alertamos sobre la amenaza separatista y hemos lamentado la tibieza del Ejecutivo, que no encaró el problema hasta que derivó en abierta sedición. Como a muchos votantes del PP, también nos ha disgustado su erróneo pragmatismo tacticista, que muchas veces lo ha llevado a avergonzarse de sus propios ideales, que no ha sabido defender con elocuencia política. Esas críticas siguen en pie. Creemos también que el PP tiene pendiente un profundo ejercicio de modernización, que debe pasar inexcusablemente por la democracia interna en la elección de sus cargos. Por último, el próximo Gobierno debe mantener e intensificar el impulso reformista, pues cambiar para tratar de mejorar es la única manera de conquistar el futuro.

China se ha frenado, los países emergentes siembran dudas, Europa crece poco pese a que el BCE agota su arsenal. Algunos analistas cualificados temen una segunda crisis mundial. Es indudable que vivimos tiempos inquietantes, con la sombra añadida de una amenaza yihadista global. En este universo complejo, España necesita estabilidad y serenidad. El PSOE, el partido que más tiempo ha gobernado, sufre una grave crisis de identidad, sin discurso económico alternativo, titubeante en la defensa de la unidad de España y con un líder frágil. Es además la formación que ha dado la llave de relevantes gobiernos locales a Podemos, cuando ni siquiera había ganado las elecciones en muchos casos, con los pésimos resultados conocidos. La otra y única opción centrista al margen del PP es Ciudadanos, con un apreciable discurso regeneracionista. Pero se trata de una fuerza todavía en formación. A día de hoy carece de un respaldo que la pueda convertir en dique frente a una coalición de perdedores de izquierdas, pero sí ofrece un aire nuevo y un estilo político moderado y centrista que, llegado el momento, podría sumar en positivo a la solvencia de un gobierno del PP. Rajoy, pese a las carencias señaladas, ha probado que es un administrador fiable y merece la oportunidad de un segundo mandato.

Se trata de elegir entre la continuidad de un Gobierno del PP o probar con coaliciones izquierdistas, sustentadas por nuevos partidos sin experiencia o con pobres credenciales democráticas