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David Gistau

Enemigos

Cuando tuvo que elegir entre España y traición, la extrema izquierda siempre eligió traición

David Gistau

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El tablón de «Enemigos del Pueblo » confeccionado en Cataluña con los rostros de los alcaldes resistentes es un recordatorio de cierta forma de desamparo que sólo al Estado concierne corregir. Al Estado: no con los movimientos de masas de choque populares con los ... que muchos fantasean en las cafeterías de la calle Serrano de Madrid o sacando al perro por el Retiro. Lo malo es que el Estado hace tiempo que se retiró de Cataluña donde, acomplejado y diluido como el propio PP allí, quedó amedrentado por la hipótesis viciosa de que su mera existencia era una provocación que « fabricaba independentistas ». Por ello hace falta una disposición corajuda, todavía no tan heroica como la exigida antaño en los pueblos patrullados por la ETA donde el tablón era el preludio del asesinato, para asumir posiciones de desobediencia a los desobedientes. Porque no está claro que el Estado vaya a respaldarlas, que el Estado vaya a aparecer. Sobre todo cuando ahora, además de las adjudicaciones de fabricar independentistas, tendrá que hacer frente a la campaña de descrédito de una extrema izquierda que, cuando tuvo que elegir entre España y traición, siempre eligió traición. Siempre eligió ideología. Con la única excepción, tal vez, del PCE de la Transición, despreciado ahora por ello por las mutaciones podemitas que se arrogan el control de la Transición pendiente e incluso de las maniobras de guerra en el frente del Ebro, también pendientes de resolución.

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