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Elecciones, una necesidad nacional

Las primeras medidas de contenido realmente restrictivo del gasto han desvelado la extrema debilidad política del Gobierno. Su vulnerabilidad a las presiones externas se acreditó tras la cumbre europea que lo forzó a tomar las decisiones que días antes, ante Mariano Rajoy, había rechazado por ... considerarlas perjudiciales para el crecimiento. La falta de reforma laboral, reclamada constantemente dentro y fuera de nuestras fronteras, es el precio que está pagando el Gobierno a una paz sindical impostada, y la movilización de los ayuntamientos contra la prohibición de endeudarse hasta finales de 2011 ha precipitado el más flagrante de los bandazos cometidos por el Ejecutivo, al urdir una trampa legal que hizo pasar por rectificación de errores lo que fue la modificación ilegal de todo un real decreto-ley. En su ya largo deambular sin rumbo, el Gobierno se ha llevado por delante dos equipos económicos, síntoma inequívoco del descontrol sobre la política económica del país. El de Pedro Solbes siguió el camino de su titular y abandonaron todos el Ejecutivo; el de Elena Salgado no hace falta que se vaya, porque se encuentra sumido en una tercera fila, desautorizado y adelantado por otros ministros e incluso por portavoces del Partido Socialista sin mando en materia económica. Valga como ejemplo el impuesto a «los ricos», confirmado ayer por José Luis Rodríguez Zapatero en el Congreso de los Diputados para dentro de «breves semanas», según anunció. Por tanto, se despejó en parte la incógnita que enredó a la ministra Salgado, que negó la intención de llevar a cabo esta subida fiscal; a la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, quien, por el contrario, dijo que era «inminente»; o al ministro de Fomento, José Blanco, quien avaló la subida «a los que más tienen», con una doctrina de izquierda al estilo clásico. El caso es que esta medida, que se presenta subliminalmente como una compensación al recorte social acordado el pasado viernes, no va a afectar al «99,9 por ciento» de los contribuyentes, según calculó ayer el presidente del Gobierno, porcentaje que permite preguntarse por el impacto recaudatorio y la eficacia económica que tendrá ese incremento de impuestos, sea cual sea y que servirá, hasta que se produzca, para mantener entretenida a la izquierda más reacia al recorte de pensiones y derechos sociales.

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