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EDITORIAL

Vox, malas compañías

Junto a Morawiecki y Orbán, Vox se sitúa en la órbita de quienes han desafiado a la UE con planteamientos antidemocráticos y disgregadores del espacio común

Editorial ABC

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La cumbre organizada por Vox en Madrid en torno a los principales representantes de la derecha ‘patriótica’ europea -encabezada por los primeros ministros de Polonia y Hungría y la líder del Reagrupamiento Nacional francés- concluyó ayer con la presentación de una suerte de oficina de ... coordinación para aunar fuerzas frente a lo que denominan la «deriva globalista» de la UE. La ocasión y la compañía elegidas por Santiago Abascal son manifiestamente mejorables. Por encima de un simple alineamiento ideológico, similar al que otros partidos -conservadores, liberales o socialdemócratas- han llevado a cabo para vertebrar su acción comunitaria en defensa de unos principios comunes, la cumbre de ayer sitúa al partido que preside Abascal en la órbita de quienes en los últimos años han retado a la UE con unos planteamientos antidemocráticos que atentan contra la esencia misma y los principios jurídicos del espacio común europeo, aceptado de forma voluntaria por los socios que lo integran. No se trata de simples discrepancias políticas, habituales en Bruselas, sino de desafíos de carácter autoritario, como el sometimiento político de los jueces y la formación de tribunales a medida, que son inadmisibles en una Unión de ciudadanos libres e iguales. El momento elegido por Vox para exhibir su alianza es cuando menos inoportuno. La amenaza de Rusia sobre Ucrania ha puesto en evidencia la debilidad exterior de una UE que desde la crisis del euro que siguió a la recesión de 2008 -y más tarde con ocasión de la campaña del Brexit o con motivo del estallido del ‘procés’- se ha convertido en objetivo prioritario de las campañas de desestabilización, intoxicación y enfrentamiento que promueve el Kremlin. Polonia y Hungría, víctimas y a su vez cómplices necesarios del programa de Putin, no son los mejores socios con los que presentarse en Europa, menos aún cuando Ucrania llama a las puertas de la UE para liberarse de la intimidación rusa.

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