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Editorial

Se impone endurecer las sanciones a Bielorrusia

Editorial ABC

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La Unión Europea está obligada a dar una respuesta categórica al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, más allá de la rotundidad formal y la contundencia con la que se expresó ayer Bruselas condenando sus abusos contra la legalidad internacional. Congelar 3.000 millones de euros de ayudas es un primer paso, pero deberán seguirle otros para que este régimen autoritario imitador de la Rusia de Putin las perciba como suficientemente coercitivas y disuasorias. No es bueno dejarse intimidar por un autócrata que desprecia los derechos fundamentales. Lo ocurrido el domingo, cuando el Gobierno de Lukashenko forzó a un avión comercial a aterrizar en su país para detener a un disidente, es muy grave. Ytambién insólito, porque además de un atentado contra las libertades esenciales, fue el secuestro de todo un pasaje y una tripulación en pleno vuelo a manos de un Estado que se comporta como un extorsionador profesional. El peligro para la seguridad aérea fue tan notorio como el pisoteo de todas las normas vigentes en Europa. Fue una amenaza que la UE no puede asumir. Lo de menos es que las relaciones entre Bruselas y Moscú se tensen más. Lo trascendente es que Lukashenko sufra sanciones duras e inmediatas que pongan fin a prácticas como la de convertir cualquier vuelo europeo en una de sus tentaciones dictatoriales.

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