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Feminismo real y negocio feminista

Al discurso de Montero le falta coherencia con la realidad de las mujeres en España, lo que explica que su mensaje sea el de confundir el feminismo real con el activismo ideológico

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EL 8-M de 2021 se ha convertido nuevamente en una fuente de polémicas, pero, a diferencia de otros años, es la propia izquierda la que ha generado tensiones y divisiones en el seno del feminismo. El último episodio ha sido la decisión del Tribunal ... Superior de Justicia de Madrid de avalar al delegado del Gobierno de esta comunidad autónoma, el socialista José Manuel Franco, en su acuerdo de no autorizar la celebración de las manifestaciones convocadas por grupos feministas e impulsadas desde del Ministerio de Igualdad. Su titular, Irene Montero, calificó la decisión de Franco como una «criminalización del movimiento feminista», en un nuevo alarde de la simpleza política de la ministra, un auténtico desdoro para el feminismo. Ha pesado mucho el recuerdo de las multitudinarias manifestaciones del año pasado, casualmente celebradas el día antes de que el Ejecutivo central descubriera la gravedad de la pandemia de la Covid-19. Las decisiones del delegado del Gobierno y de los jueces madrileños son muy razonables, por mucho que sus críticos se rasguen ahora las vestiduras por las restricciones al derecho a manifestarse, el mismo que con tanto ahínco negaban a otros. La diferencia, entre otras, es que ahora se conoce mejor cómo se transmite el virus y la peligrosidad de sus últimas variantes, mucho más contagiosas.

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