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Editorial

Crispación y sobreactuación

La izquierda se apropia de la amenaza de modo partidista y torticero, de tal manera que solo el amenazado es un demócrata, y el resto, un violento fascista, un ultra o un insolidario

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UNA vez más, y son innumerables desde la aciaga campaña de 2004, la izquierda está recurriendo a la crispación extrema y a la sobreactuación de su victimismo para convulsionar las urnas de forma desesperada. Es una práctica conocida. Cada vez que unas elecciones le van ... a ser adversas, pone en marcha una campaña drástica de deslegitimación de la democracia, y si sus partidos no ganan, los votos no valen porque carecen de su marchamo moral. Y todo, por la sencilla razón de que ellos encarnan la libertad y la democracia, y el resto es solo un reducto fascista al que criminalizar. No puede decirse que esta estrategia no le dé réditos. Por eso la resucita ahora, apelando a un voto emocional con técnicas radicales de agitación para convertir las urnas en una elección entre ultraderecha y democracia, en contraste con el lema de Díaz Ayuso para optar entre comunismo y libertad. Eslóganes aparte, lo que se dirime es si esta vez fallarán los mantras de las ‘alertas antifascistas’ o los ‘cordones sanitarios’.

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