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Una buena dosis de realismo

Sánchez ha decidido esperar al día 29 para anunciar una rebaja limitada de los impuestos a los combustibles. Bien podría hacerlo antes, pero le importa más que el Estado ingrese dinero

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Si algo está moviendo al presidente del Gobierno a plantearse una rebaja de impuestos para los combustibles, especialmente la gasolina y el gasoil de consumo ciudadano, es sencillamente el temor a una creciente protesta social, a una atmósfera política más adversa y, sobre todo, el ... miedo a perder votos. A fin de cuentas las crisis económicas son las que más afectan a la credibilidad de los gestores públicos cuando la percepción generalizada es que no las combaten con eficacia, por encima incluso de factores ideológicos o de la empatía con un determinado liderazgo. Le ocurrió a Zapatero cuando ninguneó entre 2008 y 2010 la relevancia de una crisis financiera muy profunda, y se limitó a combatirla engañándose a sí mismo sobre su gravedad, hipotecando el déficit público, y aventando soluciones tan peregrinas como su inútil Plan E. Sin embargo, y pese a algunas similitudes políticas con aquella etapa, Sánchez ha asumido ya que, aunque sea temporalmente, debe bajar impuestos que están perjudicando severamente el bolsillo de los españoles. Ni rastro queda de su ‘escudo social’ de la pandemia, y por supuesto casi nadie terminó 2021 pagando el mismo importe por la luz que en 2018, como prometió.

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