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Editorial

Acoso desmedido al TC

El tono desafiante de todo el Ejecutivo contra el Tribunal Constitucional es grave. Sánchez solo quiere una supeditación indigna de todos los poderes del Estado y pasar por encima de la ley

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Insistir, como hizo este jueves la ministra Margarita Robles, en que el Gobierno «hizo lo que tenía que hacer» al decretar el estado de alarma no deja de ser una excusa de mal pagador y, sobre todo, un empecinamiento en una concepción autoritaria del poder. ... El Tribunal Constitucional ha sentenciado que no es así y que habría correspondido decretar el estado de excepción para imponer la suspensión total de movimientos, porque el buenismo no es ninguna práctica jurídica. No se trata de juzgar las buenas intenciones del Gobierno ante un virus masivo y mortal, sino de determinar si sus actos se someten a la legalidad. Y en lo que respecta al primer confinamiento, no fue así. Cuanto antes lo asuma Sánchez, mejor para él, para los españoles en general, y para la necesidad de humildad que tiene La Moncloa. La indignación desmedida de este Gobierno, que ha iniciado una auténtica revuelta contra el Tribunal Constitucional y que está enfangando su sentencia para deslegitimarlo, como si tuviese que ser un órgano supeditado al sanchismo, es un desprecio a la democracia. Y todo, sin siquiera haber aprobado una ley de pandemias, como volvió a exigir ayer Pablo Casado.

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