tigres de papel
Un salario, una pensión y dos clases medias
Si miran el censo electoral y nuestra pirámide demográfica entenderán de qué se habla cuando hablamos de subir, sean altas o bajas, las pensiones
Ángel fue profesor de Matemáticas en un instituto público desde los 23 años. Ahora está jubilado y gana más de dos mil euros de pensión. Compró su casa en los ochenta y tardó diez años en pagarla. Con sus ahorros y no poco esfuerzo compró ... también una segunda vivienda que ahora alquila. Conserva, además, la casa del pueblo que heredó de sus padres. Tras reformarla pasa allí casi todos los fines de semana con su mujer y, a veces, también con sus nietos. Disfruta, y es justo que así sea, de un merecidísimo descanso tras una vida de trabajo.
Marta da clase en el mismo instituto en el que Ángel fue profesor. Ella enseña Historia y acaba de conseguir su plaza con 36 años. Cobra menos de dos mil euros pero algo más que su marido. Llevan tres años casados y acaban de tener su primera hija. Dedican la mitad de sus salarios a pagar el alquiler a Ángel, por lo que apenas pueden ahorrar. Están pensando en pedir una hipoteca que con suerte liquidarán con 70 años. Quieren tener otro crío pero no se atreven.
Ambos creen que pertenecen al mismo extracto social y económico, la clase media, pero esa categoría ha cobrado un nuevo significado dependiendo de en qué año hayas nacido. No hablamos de salarios bajos o pensiones mínimas, sino del modo en que se distribuye la solidaridad intergeneracional entre cargos profesionalmente idénticos. El Estado administra el sueldo de ambos, pero el Gobierno se ha comprometido a actualizar conforme a un IPC de dos cifras exclusivamente la pensión del docente jubilado, pero no el salario de nuestra ya no tan joven profesora.
Esto es una ficción aunque no es cierto que Marta y Ángel no existan. Es posible que haya quien sostenga que ambas retribuciones deberían congelarse; otros pensarán que las dos deben actualizarse. Son dos fórmulas opuestas pero, al menos, coherentes. La realidad, sin embargo, es que sólo se actualizará el salario del más rico y lo pagará la más pobre. Es una extraña justicia social sin progresividad. Pero si miran el censo electoral y nuestra pirámide demográfica entenderán de qué se habla cuando hablamos de subir, sean altas o bajas, las pensiones.