El desconocimiento de la norma

La prepotencia del ignorante cree que todo se puede acomodar a su voluntad

05/02/2019 a las 23:55h.

Sánchez tenía la esperanza de que el tiempo hiciera olvidar el escándalo de su plagio universitario. Pero la Justicia, el triunfo de la Verdad sobre la mentira, es lenta incluso cuando se encarrila por medio de una comisión parlamentaria. Mas acaba llegando. El pasado 17 ... de octubre compartía yo coche con un premio Nobel en Londres, camino de Heathrow, cuando surgió en la conversación el asunto del plagio de Sánchez. Esa personalidad de prestigio universal y conocedor al dedillo de la realidad española, me decía que España es el único país de Occidente en el que un político pillado tan flagrantemente en tamaña deshonra, se mantendría en el cargo. En cualquier otro lugar su dimisión sería inevitable. Pero a Sánchez la norma le da igual. Y a quienes le sostienen también, porque saben que ayudándole a saltarse la norma pueden seguir ordeñándolo. Ayer tuvimos un nuevo ejemplo que humilla a España entera: aceptar la figura de un mediador en Cataluña. Ahora resulta que el Gobierno constitucional de España y el Gobierno de la Generalidad, violador de la Constitución, golpista e independentista están en pie de igualdad. Grande.

Pero el flagrante desconocimiento de la norma que caracteriza a Sánchez ha tenido otras consecuencias: le lleva a actuar con un desparpajo que es propio sólo de los verdaderamente insensatos.

El mejor ejemplo de ello es cómo se ha creado a sí mismo y a todos los españoles un grave problema en el Valle de los Caídos por no haberse molestado en conocer la norma antes de actuar. Lo menos que podía haber hecho el Gobierno antes de anunciar la exhumación de los restos mortales del general Franco era averiguar qué limitaciones tenía al respecto. Empezando por saber qué es una abadía benedictina. A qué normas está sometida. San Benito de Nursia fundó su orden en el VI con la idea de que los monasterios fueran totalmente autónomos de todo poder terrenal, siempre dentro de la ortodoxia de la fe católica. Los benedictinos han resistido a todos los poderes a lo largo de dieciséis siglos. Desde los ostrogodos y los vándalos a los nazis. El abad es la autoridad suprema de esa comunidad y es un cargo vitalicio. Las presiones de Carmen Calvo en el Vaticano se derivan del palmario desconocimiento de cómo funciona la Iglesia católica. El cardenal secretario de Estado carece de competencias en el interior de la abadía. Pero la prepotencia del ignorante cree que todo se puede acomodar a su voluntad.

El abad del Valle de los Caídos tiene delegados todos sus poderes, en razón de su frágil estado de salud, en el prior, Santiago Cantera. Cantera es un hombre de la aristocracia académica. La que pretendió penetrar Sánchez con su tesis plagiada. Cantera es hijo de un catedrático de semíticas, Francisco Cantera, autor de una célebre versión crítica de la «Sagrada Biblia» a partir de los textos hebreo y griego y publicada por la BAC. Tiene hermanos en la Universidad Complutense que son autoridades en historia medieval e historia del arte, además de otro hermano militar. Si Sánchez se hubiera molestado en algún momento en emplear a todo el aparato del Estado para buscar una fórmula para poder llevar a cabo lo que quiere hacer, es posible que lo hubiese encontrado. Pero a él las leyes le dan igual porque cree que está por encima. Se cree en posesión de la Verdad y por tanto, con derecho a hacer lo que quiera. No hay más que ver que el libro que nos anunció ayer. «Manual de resistencia». A eso se dedica él. A resistir como forma de imponer su verdad. Es decir, la mentira.