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Hermann Tertsch - Montecassino

La derecha necesaria

Con Pablo puede salir mal, con Soraya no puede salir bien

Hermann Tertsch

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España no tiene el gran partido de la derecha política sana, razonable, lógica, sensata y democrática que necesita. De una derecha orgullosa de serlo y decidida a defender su ideario y su proyecto. Con respeto a sus adversarios democráticos pero con firmeza en la exigencia de ese respeto de los demás. Si en su día el PP surgió para serlo, hace tiempo que se frustró la esperanza de que fuera la fuerza inequívoca de defensa de la propiedad y la libertad, de la ley y el Estado de Derecho, de la unidad nacional y sus símbolos e instituciones, el respeto a la tradición y el culto a la historia común, de la libertad religiosa, del derecho a la vida, los fundamentos judeocristianos, culturales y de civilización, libertad económica y guerra al abuso fiscal, fin del despilfarro, racionalización de Estado y territorialidad, defensa de la libertad de educación, de la lengua española y de los derechos del individuo y la defensa occidental. De ser la fuerza que proclame, sin salvedades ni excusas, que la nación, la legalidad, la libertad individual y la propiedad son pilares de un proyecto defendido con firmeza, entusiasmo y la convicción de saberlo la mejor senda para una España libre y próspera en Europa.

En España aún hoy se «proclama» uno de izquierdas, pero se «confiesa» o «reconoce» de derechas o, peor, de «centroderecha». El ridículo complejo del franquismo, que la izquierda tan bien alimentó, ha tenido paralizados a todos los que tenían talento y posibilidades para luchar por todo ello. Ha hecho estragos el miedo a perder el carnet de ciudadano de pleno derecho por ser tachado de facha o franquista. Y es que la cobardía es una plaga nacional. Con esa eficaz mordaza se ha silenciado todo el discurso en defensa de la libertad como fuente de felicidad y de riqueza imprescindible -en la educación, en la universidad, en el debate público y en los medios de comunicación- para que una sociedad abierta y moderna genere la savia necesaria para renovarse y regenerarse. A los complejos clásicos alimentados con la cantinela mentirosa del antifranquismo se suma la debilidad conceptual y de criterio de una derecha blanda, acomodaticia y falta de convicción. Todo ello se degradó bajo su ahora jubilado presidente hasta la total negación de promesas y principios, desprecio de los valores y rechazo a quienes los recordaban por parte de un PP y un gobierno dedicados meramente a su propia supervivencia en el poder.

Tras el nada honorable capítulo de la moción de censura, la derecha española tiene la oportunidad de acabar con muchos de sus pecados originales. Bajo la presión de otros dos partidos que le disputan el espacio de la derecha nacional, que son Ciudadanos y Vox. El PP tiene una opción de renovarse con ese profundo cambio de actitud que marca la candidatura de Pablo Casado. O hundirse con la continuidad de la mayor culpable de los peores estropicios. El PP puede desaparecer también con Casado. Con Soraya Sáenz de Santamaría parece garantizado.

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