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Cristianos y moros

Las dos culturas como un juego, como una forma de vertebrar la fiesta

Desfile de la fiesta de Moros y Cristianos en Granada EFE
Francisco Robles

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Onteniente, exterior noche. Hace calor. En las calles suena la fiesta antes de que los ojos se recreen en el asombro de los trajes, en el color de las vestiduras, en el fuego que desprende la tradición. Un armónico estruendo de trombones y clarinetes, de ... trompas y chirimías, de tubas que se suceden con una prodigalidad inusitada. Timbales sobre ruedas. Todo se fundamenta en ese exceso barroco tan propio de la España que mira al levante. Luis García Berlanga lo reflejó muy bien en sus películas, y Azorín lo domesticó en una prosa que nada tiene que ver con la realidad que sucede en la calle.

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