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Crisis de Perejil y el problema de Gibraltar

El conflicto de Perejil, reconducido hacia sus justos términos por la acertada actuación del Gobierno -que ha sabido medir los tiempos y la intensidad de la respuesta ante la provocación de Marruecos-, y el problema de Gibraltar, con la deriva populista que ha pretendido jugar ... en los últimos días el ministro principal, Peter Caruana, se han convertido en los dos grandes frentes de la política exterior del Ejecutivo. Parece obvio que la pretensión del Gobierno de Rabat era utilizar la estela de las negociaciones de España y Gran Bretaña sobre Gibraltar en beneficio propio, en un intento de crear falsos paralelismos. Marruecos erró en su estrategia, pues una situación como la del islote de Perejil, que antes del 11 de julio era de hecho, se ha convertido, tras la mediación del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, en una situación prácticamente de derecho. Rabat, tal vez con una idea antigua de España y su papel en la escena internacional, se excedió en la presión y no calibró convenientemente la reacción del Ejecutivo de José María Aznar, que ha mostrado una actitud generosa en la resolución de la crisis con la visita a la nación alauí de la ministra de Exteriores, Ana Palacio, que en su primera prueba de fuego como jefa de la diplomacia española ha mostrado, desde la firmeza en la defensa de los intereses nacionales, un talante proclive al entendimiento y el diálogo.

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