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El cordón roto

En Colón hubo un bloque social que planteaba un dilema: la fórmula andaluza o el pacto del separatismo y la izquierda

Ignacio Camacho

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Para la mayoría de los asistentes a la concentración de Madrid, para quienes la respaldaron aunque no asistieran e incluso para los que la contemplaron desde la orilla ideológica opuesta, la marcha del domingo escenificó una especie de unidad social de las derechas. Bastaba bajar ... a la calle para comprobar que así era: había simpatizantes de varios partidos entre la concurrencia, pero casi todos compartían con naturalidad casi mecánica la idea de que para desalojar a Sánchez será precisa una suma de fuerzas. Y así, parece, en efecto; por imprecisas que resulten las encuestas, sus tendencias indican que será imposible construir una alternativa sin incluir a Vox en ella. Sucede, sin embargo, que ese automatismo mental no lo comparten todos los dirigentes que estaban en la cabecera. Para los de Ciudadanos, en concreto, la cohabitación con el partido de Abascal sigue constituyendo un problema. Y aunque en Colón quien primero dio el paso para hacerse una foto de grupo fue el mismo Rivera, quizá porque detectó a pie de calle el ambiente de convivencia, es imposible obviar el sustrato palpable de un consistente recelo, de una incómoda reserva. Lógica porque para una formación de perfil moderado y liberal es difícil digerir según qué propuestas. Ése será el reto de los naranjas a partir de la primavera: distinguir entre su vocación centrista y el clamor de una marea de cambio ante una situación de emergencia. Optar entre la probable inevitabilidad de la fórmula andaluza y la continuidad del pacto entre el nacionalismo y la izquierda. Ahí va a estar al final el auténtico dilema.

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